El trabajo en un supermercado es muy exigente tanto física como mentalmente. La atención al público, el transporte de cargas pesadas y el manejo de maquinaria y utensilios cortantes suponen todo un reto para los empleados y, en consecuencia, para los especialistas en prevención de riesgos laborales.
Para garantizar la seguridad y cuidar del bienestar de su plantilla, conviene establecer protocolos específicos y facilitar los EPI necesarios para minimizar los riesgos laborales más habituales en los supermercados. Se los detallamos a continuación.
Golpes y cortes
Todo puesto de trabajo en el que hay movimiento y desplazamiento de cargas más o menos pesadas presenta un riesgo de sufrir golpes. Los choques fortuitos con elementos fuera de su ubicación habitual o la caída de productos sobre las extremidades inferiores son muy comunes en este tipo de establecimientos. Además, las secciones de charcutería, carnicería y pescadería requieren el uso de cuchillos afilados y herramientas de corte, lo que incrementa la probabilidad de sufrir cortes o pinchazos en las manos o en los brazos.
Ofrecer formación adecuada sobre el manejo de la maquinaria y los utensilios propios de un supermercado, así como fijar unas normas claras sobre el orden en las tiendas permitirá que los empleados trabajen de forma más segura.
Tendinitis
Una de las funciones de las cajeras de un supermercado es pasar los productos por el lector de códigos de barras para proceder a su cobro. Este movimiento monótono y continuado las hace más propensas a sufrir tendinitis en las muñecas.
La prevención comienza por establecer turnos rotatorios que reduzcan el tiempo de trabajo en la caja, por fijar un tiempo mínimo de descanso y por equipar al personal con muñequeras o férulas que limiten la capacidad de movimiento y eviten lesiones.
Sobreesfuerzos y lesiones de espalda
Cuando se manipulan cargas pesadas se corre el riesgo de sufrir una lesión si no se adopta la postura adecuada. En los supermercados se deben manejar muchas veces mientras se está sentado en la caja, algo que aumenta las posibilidades de hacerse daño.
Los sobreesfuerzos pueden desencadenar dolores de espalda, hernias, ciática o lumbalgia. Para reducirlos al mínimo, es recomendable que establezca un plan de formación continua que ayude a sus empleados a conocer la mejor postura para mover cargas e invertir en maquinaria como carretillas elevadoras o transpaletas que faciliten el trabajo pesado. Además, las fajas deben ser parte del uniforme de trabajo de aquellos miembros de la plantilla que trasladen de forma habitual objetos pesados sin la ayuda de maquinaria.